09 febrero 2008

Momentos Gatunos

Y bien... se me ocurrió hacer hoy algo así como una alegoría un poquito más marcada que "Luna Llena", rondando en el mismo tema.


Momentos Gatunos

Ahí donde no llega la luz, en el sótano de una casa antigua se encuentra un piano olvidado, que a pesar de los años de abandono conserva la gracia de un instrumento recién afinado.

Cada mañana se ve la silueta misteriosa bajando las escaleras, silenciosamente se acerca y comienza a tocar, ya sea una dulce sonata o algo compuesto desde el corazón.

Oscuro es el sótano, aunque las melodías que salen de su vieja caja de madera iluminan la estancia como si la música repentinamente se transformara en luz y se reflejara increíble en el tupido pelaje del pequeño gato negro que alegre y perdido en las teclas, juega con las notas y compone.

Curiosos son los gatos, y sorprendentes sus acciones, pero un gato compositor ciertamente se va de la línea.

Cada nota es el maullido de su corazón y cada acorde por sí mismo es un canto. Cada canto una melodía y cada melodía un poema del alma cuyas letras reflejan los sentimientos de un hijo de la noche escondido de los rayos del sol.

Y cuando termina su recital, duerme.

Todo el día duerme y sueña, esperando el momento en que la luz de la luna le hable y despierte.

También es curioso, aunque nada extraño, que un gato con su oído musical pueda escuchar las palabras que la luz de la luna le transmite a su pensamiento, pues aún en sueños logra olfatear la noche y su peculiar aroma a neblina.

Y cuando llega el momento, despierta y se dispone a buscar al autor de sus melodías: un gato blanco.

Sereno y más engmático que cualquier otro gato. Pareciera un siamés, delgado muy fino, y claro está, arrogante.

Pero sus ojos son aún más curiosos, pues no son verdes, ni azules, ni grises, ni siquiera gatunos. Parecieran humanos, oscuros. Pero también parecieran de piedra, aleación de ónix y jade.

Y su blanco y suave pelaje refleja la luz de la luna, que le hace ver como nácar o como la seda más pura... y es mudo. O tal vez sólo es reservado, pues sus ojos a la vez que un misterio reflejan la viva efusividad de todas las estrellas del firmamento.

Raros son los gatos. Raros y extravagantes, pero nada comparables a éste par de felinos, que se miran el uno al otro, y se agradan mútuamente pero se mantienen callados. Sin romper el silencio se miran fijos, frente a frente y permanecen muy quietos...

Y cuando se mueven parecieran el reflejo uno del otro. Un reflejo extraño en el que se invierten los colores.

Gato negro y su pálido reflejo, gato blanco que se refleja en negro.

Blanca perla reflejada en obsidiana, o perla negra en espejo de mármol.

Ojos de jade observan callados a un tímido rostro.

Ojos de granate que miran tímidos a un rostro sereno.

Hasta que ambos ven a otro lado, y al volver la vista esperando reencontrar sus miradas... han desaparecido el uno del otro, y sólo les queda esperar un nuevo día, una nueva noche, para observarse nuevamente, con la misteriosa mirada y la curiosidad compleja que solo un gato podría comprender en aquellos gatunos momentos.

Termina la noche, y la luna que había iluminado el espacio entre ellos, se desvanece en eterno azul celeste.

Y el gato negro regresa a su viejo piano...


Bueno jeje, creo que solo unas cuantas personas podrán comprender el verdadero sentido de todas esas palabras, o por qué surgieron... o por lo menos quiénes son esos gatos :p

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~Spamzer~

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05 febrero 2008

Luna Llena


Luna Llena

¿Cuántas veces se podría describir la luna llena sin emplear palabras de afecto, cuando muchas veces tu pálido rostro semeja la plenitud y el aroma de un cielo sin estrellas, despejado y cuya fuente de luz es el reflejo de un rayo solar sobre un lejano fragmento de piedra?

Esa piedra tan lejana de nuestro suelo, que camina en el firmamento suavemente, sin preocupación alguna. Solitaria, tan serena y enigmática.

Que nunca rompe el silencio, pero tal vez su alma grita al igual que las ondas de un lago de argento.

Admiro a la luna, que solitaria sigue en pie, ausente de su entorno, y desdeña las palabras que le admiran.

Altiva y elegante camina distraida en su arrogancia, nunca se detiene, pues su rumbo es rumbo fijo.

Nunca ríe... y su sonrisa la reprime tras la nube opaca, como un pañuelo que oculta sus labios, como el ademán de un beso susurrado en mis deseos.

Un simple deseo que parece imposible, que ciega mi mente, tumba mis sentidos y acelera mi pulso.

Es tan raro e instantaneo que parece un... sueño.

O un poema en prosa, escrito a la luz de la luna llena.

¿Por qué me ignoras, y a qué le temo tánto? ¿O es acaso un temor de ambos?



Y una vez más he confirmado que es en plena madrugada, después de al menos tres tazas de café cuando fluyen más fácilmente las palabras.


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~Spamzer~

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